Aquella noche el padre Guillermo, el médico de la comunidad y el arquitecto, se encontraban comiendo en la casa del médico; eran las dos de la madrugada y conversando sobre los futuros planes de urbanización del poblado, las horas pasaban volando; el café se agotaba en los pocillos, cuando, de pronto, hay un golpe débil, pero insistente, a la puerta.
