Corría el año de 1995, en Mayo de ese año acudí obligada por mis padres a un consultorio privado de la, en ese entonces, Clínica Peninsular, nunca sabré si los médicos que me atendieron lo hacían bajo conocimiento del dueño o en la clandestinidad, y creo que son pocas las personas que un día aceptarán que acudieron a dicha clínica a practicarse un legrado con la finalidad de abortar.

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